domingo, 29 de abril de 2007

En desarme

Aprender a amar
Sin buscarle demasiadas vueltas
Aprender a amar
y si cabe, amar mas de la cuenta

Aprender a amar
Tergiversando las estrategias
Ciego y sin razon
Mofarse de tanta moraleja

Desaprender el camino
Reincidir
Delito sobre delito
Construir
Este castillo de naipes
Colosal
Cuartel de Invierno en desarme
Para volverse a enamorar

Aprender a amar
Aun quebrado volver a tirarse
Aprender a amar
Apostar de nuevo a complicarse

Aprender a amar
Volver a confiar en el instinto
Lanzarse sin red
Al trapecio de un cuerpo distinto

Desaprender el camino
Reincidir
Delito sobre delito
Construir
Este castillo de naipes
Colosal
Cuartel de Invierno en desarme
Para volverse a enamorar

viernes, 20 de abril de 2007

Opinión Pública

La universidad me abría las puertas en 1997 en medio de esa gran confusión que significó para todos alguna vez tomar la decisión de seguir alguna que otra carrera. Los debates iban desde el más profundo análisis de razones intrínsecas relativas a la vocación real, como la más trivial y pragmática de todas las razones (que generalmente iba asociada a la recomendación paternal/maternal aquella de no morirse de hambre) de encontrar un buen futuro económico.
Empecé siguiendo Economía, por esas cosas de la vida que uno nunca termina de entender… luego terminé estudiando Derecho con lo cual no me fue tan mal, teniendo en cuenta que mis ocupaciones artísticas, siempre anexas y persistentes, me impedían seguir mi carrera anhelada que era la Arquitectura.
En fin, en medio de esta sucesión de indecisiones, en ocasiones pensé en dedicar mis esfuerzos a tomar la senda del periodismo. Me gustaba esa idea de perpetrar delitos contra el status quo y ser piedrita en el zapato de algunos que la necesitan constantemente.
Pero entendí que no era sólo eso, que requería mucho más que el simple incidente y la irreverencia, que era algo delicado y a la vez contundente. Era generar sociedad. Está en las letras del periodista la trascendental tarea de despertar al monstruo, de interpretar la realidad desde el objetivismo mas perspicaz, de construir pensamiento para inclinar la balanza del lado de la verdad y sólo del lado de la verdad, retirarse de la contienda y mirar la batalla como el pintor épico, como un Cándido López retratando la guerra sin argumentar razones mas que la única verdadera, la que sólo los muertos tenían ojos para contemplar la barbarie.
No me sentí capaz de hacerlo y por respeto, seguí con mi marcada subjetividad para enfrentarme al mundo y sus vericuetos, desde el campo de batalla y desde el frente a donde me empuje la vida, y creo que tome la decisión correcta.
Sin embargo, tanta es mi decepción cuando veo que mi teoría, en la práctica, no tiene tantos adherentes. Por que había sido que no hacia falta ser periodista para ser periodista, o a veces solo hay que parecer periodista para serlo, o serlo de papeles, o lo que es más, tener dinero para comprar un medio, o muchos, y así convertirse en periodista, o haber sido periodista y después de tener dinero, convertirse en “empresario de los medios de comunicación” y volver a ser periodista, en fin, tantas variantes confunden tanto que me pierdo entre editoriales que asustan de tanta mediocre, parcial, soez, pobre, triste e irresponsable prosa y prefiero leer las divertidas secciones de deportes o espectáculos donde todavía viven algunos viejos zorros del periodismo que hacen pasar por alto algunos errores ortográficos, gramaticales o de sintaxis del resto de las secciones y las “noticias”.
La editorial, el corazón de la prensa escrita, refleja el perfil intelectual y más profundamente periodístico de un medio de comunicación, es en donde convergen la pasión del espíritu y la serenidad profesional, la solvencia de la verdad y el arte de saber decirla, la impronta, la chispa que enciende el debate, el dedo en la llaga, pero en todas las llagas… o en ninguna. Lo primero que leerá un marciano que llegue a la tierra, será la editorial de los diarios… por Paraguay, seguramente no encontrara argumentos para iniciar contactos de tercer tipo.
No existe opinión, solo cesión ante presiones sectoriales, medias verdades, ofensas a la inteligencia, bajeza del lenguaje. No pasa por tendencias ideológicas, lo cual es normal y hasta diría correcto en una sociedad abierta a la propuesta. Sabemos que El New York Times, El País de España o en el caso más representativo, Le Mond Diplomatic responden a ideas de izquierda o El mundo de España o La Nación de Argentina responden a la derecha, lo que pasa es que la solvencia intelectual y el profesionalismo que se lee a cada frase nunca se aparta de la verdad, la verdad es ineluctable, la verdad es apolítica, es amoral, no tiene ideología. Es gracioso, por decir el calificativo menos deprimente, leer las arengas políticas solapadas, la resentida defensa propia, el argumento ideológico adolescente y la ligereza intelectual con que las editoriales paraguayas (y los editores) convierten en certeza absoluta premisas incoherentes, arrebatadas, histéricas y de dudosa veracidad. En todas partes se cuecen habas, solo que en Paraguay se olvidaron de recetas, ingredientes y cocinero.
El cuarto poder deja de serlo cuando no genera opinión publica sino opinión publicada, cuando pierde fuerza por sectorizarse, por dejar de hablar de la verdad sino que de verdades, en fin, cuando uno deja de leer y de escuchar por que simplemente ofende a la inteligencia tanta pretensión de creer que uno no es inteligente.
Termino por el principio. La vocación de periodista existe tan fuertemente que cada vez vamos avanzando hacia una realidad más real y sin máscaras, que es lo que debe ser cuando la verdad es pública y publicada, cuando las verdades se rinden ante la verdad y la palabra sobrevive a la barbarie. Me dirán quizás que el intento de determinar la verdad es poco pluralista y con sesgos autoritarios y vanidosos, sin embargo la opinión sobre la realidad se convierte en opinión pública solo cuando refleja la verdad, la verdad primera es precisamente esa; que la gente no es tonta. La mentira no sobrevive a la sociedad, muere tarde o temprano junto con el mentiroso.
Los pasos son claros pero el camino confuso todavía. Sin opinión pública no se construye sociedad. La opinión pública es propiedad de la humanidad y es libre e inalienable, es la opinión de todos hecha una sola brisa de verdad irrebatible que se respira en el aire de una sociedad que se conoce profundamente y que a pesar de todos quienes traten de tergiversarla, no podrán nunca contra su demoledora fuerza de sostener la libertar por sobre cualquier otra libertad sofisticada o de nueva generación.

martes, 10 de abril de 2007

CARTA DE UN NIÑO

Querido Amigo:

Cuando era pequeño, un tanto mas que ahora, recuerdo que cada noche de 2 de febrero rezaba para que no me venza el terror que me provocaba aquel adagio popular de la época, aquel cotidiano “chake golpe” que retumbaba en el ambiente desde la noche de la candelaria.
Pero también recuerdo que mi despertar político se manifestó de golpe un día cuando una cantidad impresionante de gente salió a la calle y andaba sonriente detrás de un muchacho que recibía una imagen de la Virgencita de Caacupé en un acto o algo así que no entendía muy bien que era pero que sabía, por la cara de la gente, que se trataba de algo muy bueno.
Aquel 1 de noviembre de 1991 me contó mi mamá, que también estaba muy contenta, que ese muchacho junto con otros de sus compañeros también muy valientes, se había enfrentado muchísimas veces a unos tipos malos cuando estaba en la facultad de medicina, que también era un hospital a donde iba gente muy muy pobre, que era mucha según mi mamá y no tanta según algunas de las vecinas del barrio.
Me contó que los tipos malos eran mandados por ese señor al cual había visto en la tele y que se había ido en ese avión justo a la mañana siguiente de aquella noche de las bombas a la cual yo, como mis amigos, le teníamos un terror increíble.
Me contó también mi mamá, que aquella vez, la gente estaba feliz por que tenía esperanza, y yo como buen romántico que ya era, no se por qué pero me enamoré perdidamente de esa palabra, a primera vista.
El tiempo fue pasando y me volví a encontrar con este muchacho y me invitó a que lo acompañe a diseñar un país diferente, yo lo seguí, por que además de que también yo quería un país diferente, lo recordaba en aquella imagen que desde mi infancia me acompañaba como aquel hermoso recuerdo de cuando ví, como nunca, a tanta gente feliz.
No me hice amigo cercano de él, pero lo seguí en su caminar político y cuando tuve la oportunidad de jugarme políticamente, lo hice por el proyecto que él lideraba y me afilie por primera vez a un partido político, el Partido País Solidario, que además de representar aquella admiración que le tenía desde mi infancia a este muchacho, esta era un partido socialista, y lo poco que mi educación no formal me había enseñado, hacía que mi decisión por la izquierda política sea casi una obligación, al igual que la de muchísimos de los que cuando eran chicos también habían visto aquellas caras felices.
Un día, se me atragantó el recuerdo en la garganta. Aquel muchacho al parecer olvidó aquellas caras felices y decidió que era tiempo de perdonar. Perdonar la culpa por la muerte de los niños que en sus manos lloraron en aquel hospital pobre. Niños que murieron por que el señor ese que se fue en aquel avión les quitó las gasas, las jeringas, los sueros y las esperanzas para llevárselas consigo y no devolverlas hasta morirse él mismo con ellas, en este caso, sin llantos ni penurias.
Decidió perdonar las golpizas que recibieron él y sus valientes amigos por que no sigan llevándose la vida de sus hermanos. Perdonó las ofensas, las torturas y la desesperanza y gritó a los cuatro vientos, con silencios estremecedores, que perdonaba todo y a todos.
No se llevaron la antorcha Carlos, te la sacaron y eso es lo mas triste. Éramos tantos y son tan pocos los que ahora te siguen y es mas triste cuando pienso el por qué te siguen. Son pocos por que antes no solo te seguíamos a vos sino que seguíamos a la esperanza que construiste con tus palabras, con tu lucha, con tu valentía.
Que la política es difícil es cierto, pero lo ha sido siempre y sin embargo son demasiados los que siguieron luchando desde ella y con ella a pesar de todo, a pesar de los Calés, de los Nicanores, de los de siempre. Siguieron y no dejaron de creer en mi novia eterna la esperanza. Siguieron firmes y bravos, quizás siempre pequeñitos y remolones, como los perritos mas fieles, mas leales, esos a los que más queremos y recordamos.
No se llevaron la antorcha Carlos, te la sacaron por que la dejaste de usar, y no vale la pena que se desperdicie así tanto calor y tanta luz, por que el camino es frío, largo y oscuro, pero sin antorcha simplemente no hay camino.
La antorcha no representa tu voluntad, por que por más que sea la misma que la nuestra, no es nuestra voluntad que sea sólo tu voluntad.
En realidad y pensándolo bien, no te sacamos la antorcha, por que la antorcha siempre fue nuestra, solo te la confiamos por que eras quien mejor la podía llevar.
Lo mas triste no es que ya no la tengas, lo mas triste es que te quedaste sin el derecho de tenerla y espero de todo corazón compañero, por aquellas caras felices y por mi novia la esperanza, que no sea por mucho tiempo.

Tu amigo Hugo Ferreira